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Madrugar va a acabar contigo (lo dice la ciencia)

Es un calvario que todos conocemos. Suena el despertador (a la hora que sea, nunca es demasiado tarde ni demasiado molesto) y comienza la tortura.





11 de Junio de 2018 a las 11:15 hrs -- Centinela Digital
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Para algunos, los más afortunados, esos a los que madrugar no les cuesta tanto, no es un infierno tan insoportable. Para otros significa una hora de apagar diferentes alarmas cada diez minutos, o incluso dormirse habitualmente y llegar media hora al trabajo. Pero es uno de esos gajes del oficio de ser adulto, ¿no? Un peaje para disfrutar lo bueno de comenzar el día temprano, tener una rutina de trabajo y ejercicio e irse pronto a dormir, ¿verdad? Pues resulta que eso de que al "que madruga Dios le ayuda" no es tan cierto. Ni tan beneficioso. Y no lo decimos nosotros, lo dice la ciencia.

Es una teoría que llevan años estudiando los cronobiólogos, y que se basa en una idea clave: las personas tenemos un reloj corporal ligeramente diferente en el que influyen factores diversos, y ponernos un despertador para adecuarlo a las costumbres sociales no es sano. Esto tiene incluso un nombre: cuando violas tu propio horario biológico estás cayendo en el jet lag social. Pero, ¿esto a quién se le ha ocurrido? El investigador Kenneth P. Wrigh, de la Universidad de Colorado Boulder, se llevó en 2013 a 13 participantes de acampada a las Rocosas, y les dijo que se levantaran a la hora que su cuerpo se lo pidiera. ¿Cuáles fueron las conclusiones básicas? Que a falta de luz artificial y estímulos tecnológicos, la agenda de nuestro organismo se guía por la luz solar.

"No existe casi ninguna función de nuestro cuerpo que no gire alrededor del ritmo del día. Nuestro reloj corporal regula todos los procesos del organismo", explica Till Roennenberg, un cronobiólogo al que han consultado en el portal 'Business Insider'. El científico afirma además que hay dos tipos de personas, en grados más o menos variables: aquellos que funcionan mejor en las horas tempranas del día (esos suertudos para los que madrugar no es ningún problemas) y aquellos que se sienten más activos en las nocturnas (sí, tú, que te quedas viendo Netflix hasta las tantas).

El medio profundiza en esta hipótesis con algunos detalles científicos interesantes. Por ejemplo, qué es lo que hace que nos levantemos a una hora u otra. El elemento clave es la melanina, que regula nuestro horario natural: cuando sus niveles son altos, por la noche, nos sentimos cansados, y cuando desciende, por la mañana, nos despertamos. Cuando preparamos una alarma para llegar al trabajo a tiempo estamos siendo infieles a nuestro propio cuerpo, y por eso a veces madrugar nos deja la sensación de estar cansadísimos durante toda la jornada.

Pero no solo eso: el jet lag social, en el que además de esa presión social influye la contaminación lumínica y los impulsos tecnológicos cada vez más inevitables, también puede provocar enfermedades. Otro estudio relativo a la cronobiología afirma que las personas que cambian de horario matinal al nocturno con asiduidad son un 40% más proclives a padecer diabetes tipo II, y otras investigaciones añaden depresión, obesidad y enfermedades del corazón. ¿Qué se puede hacer al respecto? En todo esto es importante el factor de la cultura empresarial: algunas empresas han empezado a dar libertad a sus empleados para que sigan su propio horario de trabajo, con el fin de reducir los niveles de ansiedad y aumentar la satisfacción profesional.



(V.G.)