Todo comenzó cuando la madre de un niño con parálisis cerebral descubrió un dispositivo fabricado en Alemania que podía ayudar a su hijo. Pero el costo del desarrollo en Europa era demasiado elevado para su adquisición. El valor era de 680.000 dólares, por lo que pensó “¿Por qué no diseñarlo en Argentina?”. Y así fue como inmediatamente contactó a investigadores volcados al desarrollo de productos tecnológicos de la Universidad Nacional del Centro de Tandil (Unicen), para hallar una solución más accesible.
Fue entonces en 2008 cuando comenzaron a indagar en el desarrollo de una máquina de entrenamiento motriz que favoreciera la recuperación para personas con diferentes problemas motrices. Así nacía RealWalker: unos productos robóticos destinados a la rehabilitación de los miembros inferiores de personas con problemas neuronales o físicos y lesiones en la médula espinal, que permiten una mejora en la calidad de vida y la recuperación de los movimientos.
El investigador e informático Nelson Acosta, docente de la universidad, recibió a la madre. “Nos comprometimos a hacer un diseño propio. Empezamos a desarrollar diferentes prototipos y logramos crear un aparato funcional”, relata Acosta desde Tandil a los medios. A través de un concurso obtuvieron el apoyo del Ministerio de Industria y, con ese impulso, pudieron inscribir la patente e iniciar la empresa a fines de 2013, cuando salieron al mercado.
Los dispositivos creados por RealWalker tienen un costo que van desde US$ 9000 hasta US$12.000, mientras que la versión de uso intensivo para gimnasios alcanza los US$ 20.000. La empresa está formada por tres socios y tres empleados. En 2018 cerraron con una facturación de alrededor de US$ 60.000 y apuntan a multiplicar las ventas en 2019.
Acosta sumó a su equipo de investigaciones al docente Juan Manuel Toloza, de 42 años, uno de sus mejores alumnos y que actualmente es su socio. “Comenzamos a desarrollar el proyecto en el garaje de mi casa”, explica sonriente. “Organizamos una jornada de pruebas convocando a usar el dispositivo. Fue increíble, vino gente de Tucumán, de Ushuaia, de Salta y Mendoza, personas con lesiones medulares, parálisis cerebral, ACV, hidrocefalia, todos con secuelas y dificultades para caminar”, recuerda Acosta. Entre los diferentes casos, cita el de una mujer de 66 años que padeció un ACV y estuvo un año y medio entrenándose para lograr ir de vacaciones a las Cataratas con un grupo de amigas.
“Capacitamos a las personas con problemas motrices, pero también al grupo familiar. Es muy sencillo de utilizar y se toman en cuenta tres parámetros: la velocidad del paso, la exigencia del ejercicio y el peso del paciente. Movilizando al cuerpo, la mente puede volver a aprender a caminar, se recupera la plasticidad y la capacidad medular. Lo que tenemos patentado es la tecnología sobre cómo movemos al cuerpo humano“, sostiene.
Con el programa Exporta Simple la empresa envió sus dispositivos al exterior: México, Perú, Bolivia, Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, Italia, Arabia Saudita, Dubai y Polonia. Para 2019 planifican instalarse en el parque industrial de Tandil para hacer la industrialización del dispositivo, estandarizar los procesos y así cumplir con diversos requisitos del ANMAT . Este año incorporaron la impresión 3D, el diseño digital para los modelos y diseñaron tres diferentes líneas de comercialización.
El docente e investigador recuerda casos como el de un policía de Rosario al que sus compañeros de trabajo llevaron a rehabilitar. “Lo balearon por la espalda y había perdido la sensibilidad en sus pies, luego de entrenar un rato logró mover los dedos, algo que no había podido hacer hasta ese momento”, concluye Acosta.
(Buenas)