Un ejército de médicos mexicanos están, desde hace semanas, en el frente de batalla para combatir al coronavirus COVID-19.
Con sus batas blancas bien puestas, en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE, un grupo de ellos se alista para enfrentar la fase 2 decretada este martes.
A las 8 de la mañana, la Dirección General del hospital, a cargo del doctor José Alfredo Merino Rajme, se convierte en el cuarto de guerra en el que se definen las estrategias para afrontar la pandemia, desde quiénes estarán en la primera línea de fuego; qué insumos se requieren; cómo se atenderá a las embarazadas. Y, lo más apremiante por ahora, cómo identificar al máximo enemigo: un caso sospechoso.
La instrucción de Merino es clara: “La historia de esto cambió hace 15 minutos, ¿estamos de acuerdo?, hace 15 minutos acaba de decretar el Presidente la fase 2. ¿Qué significa esto para nosotros?: todo paciente que llegue con un cuadro catarral tenemos que tratarlo como COVID-19 por responsabilidad hospitalaria, médica y social y el 85% hay que mandarlo a su casa”, instruyó.
La semana pasada, el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre comenzó su reconversión para enfrentar al nuevo virus.
De las 370 camas censables, 100 se han dispuesto para el COVID-19: 30 de terapia intensiva. Y sólo lo inaplazable y urgente se seguirá atendiendo. Hasta ahora dos pacientes en terapia intensiva, pero Merino alista a su ejército de batas blancas para prepararse para el peor escenario, convencido de que sólo así “no se les va a ir de las manos”.
“Hay que prepararse para lo que pueda venir; ésta es la semana de prueba y error. Hay muchas cosas de un hospital que hay que adaptar y de un hospital con personal que está con miedo”, admite en entrevista con Excélsior.
Desde el martes pasado, en el cuarto de guerra del hospital de alta especialidad, los coordinadores médicos, la subdirectora administrativa, el jefe de personal y el personal del área de epidemiología y planeación sesionan a las 8 y 12 del día para desarrollar las estrategias contra el coronavirus que tiene en jaque al mundo.
“Los médicos que regularmente atienden sus especialidades o sus altas especialidades, pues finalmente tienen que transformar su actividad diaria y rutinaria para atender a los pacientes que vengan por la pandemia. Nosotros, claro, tenemos que estar preparados, tuvimos que comprar máscaras de grado N95, cubrebocas plisados, todo lo necesario para enfrentar lo que viene”, dijo Merino.
“Conforme vaya pidiéndonos la pandemia podríamos ir aumentando el número de camas censables para el tratamiento de estos pacientes (…) depende, puede ser tal como está pasando en España, o sea, todo el hospital. Tan sólo un dato, en el hospital Ramón y Cajal de Madrid: de las mil camas que tiene el hospital, hoy 700 son de COVID-19, entonces esperemos que ése no sea el panorama de México, pero sería irresponsable no estar preparados para ello”, acotó.
Por ahora, en el hospital se ha trazado una ruta para que los pacientes sospechosos de COVID-19 no entren en contacto con otros pacientes oncológicos o cardiópatas, por ejemplo.
“Se llama triaje respiratorio, en el cual pusimos consultorios, camillas, personal de enfermería y médico, residentes, personal paramédico, un área pediátrica y un área de adultos”, explicó.
(Excélsior)