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'Mediterráneo' de Joan Manuel Serrat, a medio siglo de un disco entrañable

El álbum, ahora en una edición especial en vinil, “supondrá una evolución en su forma de hacer canciones, como si explosionara un nuevo Serrat, más enérgico y vibrante”, afirma Luis García Gil.





12 de Junio de 2021 a las 10:06 hrs -- Oseri Ramírez
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En vinil lo conocimos y en el mismo material, en edición especial por cumplir medio siglo, el mundo celebra el lanzamiento del álbum Mediterráneo de Joan Manuel Serrat con la siguiente etiqueta: “Uno de los grandes discos de la historia del pop español”.
Las etiquetas, es sabido, se quedan cortas. Disco editado en 1971, el mismo año en que se publicaron álbumes seminales del rock de figuras como Carole King, Joni Mitchell, Rolling Stones, George Harrison, Led Zeppelin y muchos más, Mediterráneo ocupó un sitio de honor entre los favoritos de los jóvenes de esos años y de otras generaciones. El paso del tiempo no le ha hecho mella para nada: se vuelto más sabio, más entrañable, más nuestro.

En 2004, la Televisión Española se dio a la tarea de buscar lo que denominaron “el mejor tema musical del último medio siglo cantado en cualquiera de los idiomas oficiales de España”. Para tal efecto, la selección inicial le fue asignada a un grupo de expertos que reunió medio centenar de canciones.

Luego se realizó un sondeo nacional, cuyo resultado se transmitió en un programa de televisión en el que, refiere José Antonio del Tejo en la revista Tecla, “se anunciaron las diez canciones finalistas y se abrió una votación popular a través de llamadas telefónicas, correo electrónico y mensajes de texto”.
El público eligió “Mediterráneo”, que adquirió el título de Nuestra mejor canción (a la lista se agregaron otras dos obras de Serrat: “Paraules d’amor” y “Tu nombre me sabe a hierba”). Para Del Tejo, “ese puñado de versos musicados describen una serie de sensaciones y sentimientos con los que a la mayoría de los españoles nos gusta identificarnos, aunque hayamos nacido en terreno de secano o crecido en costas más recónditas”.
Quienes nacimos en otros contextos también tenemos sensaciones y sentimientos afines que nos hermanan con Serrat y su universo poético. Se le quiere como a un viejo amigo, a quien, a pesar de no haber visto en años, se le recibe siempre con los brazos abiertos, sin recriminaciones, con afecto sincero, como ocurre cada vez que regresa a México, lejos del Mediterráneo.
Oleadas de calor llenaron el Palacio de Bellas Artes en 2018 cuando presentó su ciclo de cinco conciertos en homenaje a Mediterráneo, punto nodal en su carrera. Las presentaciones celebraron las glorias de un disco excelso con canciones que se fueron desempolvando como un álbum de viejas fotografías que nos sorprendieron por la vitalidad de su contenido.

La nostalgia por el mar llevó a Joan Manuel a escribir la canción que le da el nombre al disco, dijo en una entrevista para El País en 2014. “Estaba en México, llevaba semanas en el interior. Soñaba, literalmente con él. Agarré el coche y me fui a un lago, aunque solo fuera para hacerme a la idea del mar que yo añoraba. Es en esos casos cuando me doy cuenta de que para mí, el mar, y concretamente el Mediterráneo, es una identidad, una identidad feliz”.

Con 10 canciones, algunas de las cuales también se han vuelto clásicas, como Aquellas pequeñas cosas, La mujer que yo quiero, Qué va a ser de ti o Lucía, Mediterráneo es, en palabras del serratista Luis García Gil, “el gran disco de Serrat, la piedra angular sobre la que gira todo su cancionero”.

El autor de los libros Mediterráneo. Serrat en la encrucijada (Efe Eme, 2015) y Serrat y los poetas (Efe Eme, 2021), García Gil afirma: “Bob Dylan tuvo su Blonde on Blonde y Serrat su Mediterráneo. En él condensó su universo poético y emocional en una etapa creativa deslumbrante y febril. América Latina formaba ya parte de su experiencia vital y musical. Por eso Mediterráneo supondrá una evolución en su forma de hacer canciones, como si explosionara un nuevo Serrat, más enérgico y vibrante si cabe. De Argentina, de México, de Chile, se trajo músicas, sonidos, noches en vela con tangos y boleros conversados, en los que alguien tomaba una guitarra y cantaba y se ahuyentaban las penas y las amarguras”.

(milenio)