Salvo las del hígado, las células humanas no se regeneran solas. No obstante, las investigaciones con células madre avanzan aceleradamente y cada vez es más cercana la hora en que será posible la regeneración de neuronas, nefronas o células de músculo liso como el corazón, que ayudarán a curar males como el Alzheimer, la insuficiencia renal crónica o las enfermedades cardiacas.
La Clínica Mayo considera a las células madre la “materia prima” del cuerpo, ya que a partir de ellas se generan todas las demás células con funciones especializadas, esas que forman los tejidos de cada uno de nuestros órganos y sistemas, igual la piel que los músculos, el hígado, los riñones y el cerebro, por mencionar algunos. Y gracias a ellas es posible la regeneración de tejidos dañados. “También se denominan células tallo (steam), porque de ahí derivan los otros tipos de células.
Básicamente hay tres: multipotenciales, pluripotenciales y totipotenciales o embrionarias. Las demás células se van a diversificar en linajes específicos, es decir, algunas darán origen a tejido conectivo (músculos, tendones, cartílagos), otras a órganos, y están las que se usan en el campo de la hematología y se llaman hematopoyéticas”, dice el doctor Juan Antonio Flores, hematólogo, médico internista, trasplantólogo y director médico de Be The Match México.
Bajo las condiciones adecuadas, ya sea en el cuerpo o en un laboratorio, las células madre se dividen, ya sea para formar nuevas células madre (autorrenovación) o células especializadas (diferenciación). Porque no es lo mismo un hepatocito que una neurona, un osteocito o una célula sanguínea… cada una de ellas es distinta y forma un órgano o fluido corporal con funciones específicas, señala el experto, Pero todas tienen un “ancestro” común que fue una célula madre.
La fuerza de la sangre Las más utilizadas hoy son las células madre hematopoyéticas (sanguíneas); su existencia fue propuesta en el año 1908 en un congreso de hematología celebrado en Berlín, y desde hace más de 50 años se han utilizado clínicamente, sobre todo las provenientes de la médula ósea, y más recientemente las movilizadas a la sangre periférica o las obtenidas de la sangre del cordón umbilical.
“Las células madre derivadas de la médula ósea, con reconocida plasticidad y capacidad proliferativa, pueden circular en la sangre periférica y migrar hacia diferentes tejidos distantes, en los que pueden asentarse y contribuir a la regeneración de sitios dañados”, explica el doctor Radamés Rivas López, ginecólogo y obstetra con subespecialidad en Biología de la Reproducción.
Estos tratamientos utilizan las propias células del cuerpo para reparar o reemplazar el tejido dañado o muerto y minimizar el riesgo de rechazo que generan las células de un donante. De acuerdo con un informe de Roche Pharma publicado en enero de 2021, para aplicarlas se utiliza una combinación de varios procedimientos tecnológicos que van más allá del trasplante tradicional y las terapias sustitutivas, y pueden incluir el uso de moléculas, terapia génica, trasplante, ingeniería de tejidos y terapia celular avanzada.
“Las células madre se aplican de una forma más sencilla de la que la gente se imagina. A través de una máquina separadora de células o directamente de la médula ósea, obtenemos el pool de células madre y mediante un catéter que se pone en las venas de los pacientes (sobre todo en las grandes), se infunden como si fuera una transfusión de sangre.
Son líquidas. No hay que abrir, no hay que operar ni instalarlas”, dice el hematólogo Juan Antonio Flores. Generalmente, en la terapia celular “las células que se obtienen se inyectan en el tejido que está dañado. Por ejemplo, si la persona tiene insuficiencia vascular o tiene mal sus arterias por diabetes, como en el pie, se cuadricula la piel y se inyecta directamente ahí. No hay una terapia estándar porque aunque hay muchos estudios, cada quien tiene su receta propia”, explica el doctor Rivas López.
(Milenio)