Facebook Twitter Rss

¿Por qué en Japón (casi) no hay asesinatos?

Los nipones tienen un estricto control de armas, el cual incluye exámenes psicológicos; el militar que mató al ex ministro Shinzo Abe tuvo que construir la suya.





09 de Julio de 2022 a las 09:44 hrs -- Jimena Jimenez
Images_196051_thumb_sin_t%c3%adtulo

El asesino del ex primer ministro Shinzo Abe no fue un adolescente que compró un rifle en el súper del barrio, fue un militar con experiencia que tuvo que construir artesanalmente el objeto con el que disparó. Esto ocurre porque en Japón es casi imposible tener un arma en casa.

El impacto del atentado contra el ex primer ministro Shinzo Abe es mucho mayor que el que tienen crímenes similares en otros países. No sólo porque en Japón ya no había asesinatos políticos.

También porque prácticamente no hay asesinatos. Que el Japón moderno esté libre de sangre hubiera sido un sueño imposible tras el 2 de septiembre de 1945, cuando en el enfrentamiento interno de dos facciones del gobierno, los que proponían evitar el desastre definitivo se arriesgaban a que los mataran, bajo un régimen militar fascista que había masacrado a millones fuera y dentro del país.

Pero hoy incluso los famosos y sofisticados asesinatos de la yakuza (como se conoce de manera genérica a las bandas de la delincuencia organizada) en suelo japonés corresponden al anime y otros géneros de ficción, no a la realidad.

Si en Estados Unido influyentes sectores de derecha se aferran a la venta y posesión indiscriminadas de armas para disuadir a criminales –quieren, por ejemplo, que los maestros las tengan en los salones de clase–, y en México algunos políticos han propuesto que las familias se armen, lo que ha mantenido a Japón como una sociedad prácticamente libre de asesinatos es una política tajante de cero tolerancia a las armas.

En 1958, fue aprobada una ley que sentencia: “Nadie poseerá un arma de fuego o armas de fuego ni una espada o espadas”. Por eso, el asesino de Shinzo Abe no fue un adolescente que adquirió un rifle como si fuera un videojuego en el súper del barrio, ni un niño que se lo encontró escondido debajo del colchón de sus padres.

Esto es imposible que suceda en Japón. Fue un hombre que, como ex militar, tiene capacitación y experiencia en manejo de armas. Pero ni siquiera esto es suficiente para que pueda acceder legalmente a una, por lo que tuvo que construirla artesanalmente: con cinta adherente, unió dos tubos de aluminio con una base de madera. Los dos proyectiles, que también él elaboró, fueron previamente colocados en el lugar de disparo: si hubiera fallado, no tenía forma de recargar.

(Milenio)