Minutos antes de que Miguel Hernández saque fuego a las tornamesas y escuche su presentación que lo ubica como “el dj más pequeño del planeta”, su abuela santigua con fe: “en nombre del padre, del hijo y del espíritu santo”. Y le coloca sobre el cuello una medalla de la virgen de Guadalupe, mientras la muchachada lo espera con un apabullante alarido.
Son las doce de la noche de un viernes y Miguel Hernández, de nueve años, se transforma en el dj (diyéi) Miguel Dix para tocar en una fiesta privada en una zona exclusiva de Zapopan, Jalisco: “Es muy divertido este ambiente, pero a la vez es muy duro, porque siempre termino como a las dos de la mañana y salgo muy cansado”, cuenta.
La fama del niño dj se disparó a raíz de animar la fiesta del hijo del ex gobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat, el 28 de julio pasado. A partir de esa excéntrica celebración, varios políticos, alcaldes y socialités lo quieren y lo tienen en sus reuniones nocturnas. “Ahora me contratan porque les llama la atención que estoy chiquito y por eso me hablan”, ríe.
Desde que se dio a conocer el famoso video de esa fiesta en una hacienda de Aguascalientes, la popularidad de Miguel creció y lo han contactado funcionarios para tocar por 10 a 20 mil pesos la noche, pero por razones de contrato no puede revelar nombres: “Toqué para el hijo de un ex gobernador; en (Puerto) Vallarta también, y otro de aquí (en Jalisco), pero me lo cancelaron”.
Miguel Luis Hernández García es un chico listo, ha aprendido a tocar la batería, el piano y la guitarra de manera autodidacta y en compañía de su familia practica el motocross. Pero pararse frente a una mezcladora y dos tornamesas es lo que más disfruta, pese a que el ambiente no sea apto para menores. “Hay algunas veces que hay mucho vino y mi mamá me dice: ‘sabes qué hijo, hay mucho alcohol, mejor vámonos’, pero la verdad sí me gusta el ambiente”, reconoce en entrevista con MILENIO.
De día, Miguel Hernández se esfuerza por mantener su beca de 50 por ciento de quinto año de primaria en un colegio privado de Guadalajara. De noche, cuando el resto de sus compañeros se deben ir a la cama, el niño conecta su mezcladora, se coloca unos audífonos estilo Jacobo Zabludovsky y se transforma en Miguel Dix, seudónimo tomado de la empresa de su padre que se dedica a organizar eventos musicales.
Sus padres, Ximena García y Miguel Hernández, han elegido apoyarlo en su sueño a pesar de las críticas de explotación infantil que los envuelven tras la difusión del video de la fiesta del hijo del ex gobernador de Aguascalientes. “No queremos forzarlo a nada y nunca lo hemos hecho. Nada de que lo estemos explotando, ni al caso que lo estemos haciendo por negocio. Reconozco que nunca se había visto esto, a raíz de eso (la fiesta de Luis Armando Reynoso) ha habido mucha polémica, pero en los contratos les ponemos que Miguel toca de 40 minutos hasta dos o tres horas, según como se sienta de ánimo”, aclara Miguel Hernández, papá de Miguel Dix.
Es justamente el papá de Miguel el impulsor de su carrera y un ejemplo a seguir para el niño de nueve años, porque en sus tiempos de soltero trabajó como dj y tuvo la oportunidad de tocar en Ibiza, en una de las populares fiestas de verano que cada año se organizan en esa isla española. “Nos sentimos muy orgullosos porque por lo menos para mi siempre fue mi sueño; llevo 16 años como dj, tuve la oportunidad de estar en Ibiza, y mi hijo está haciendo lo que yo no hice en todos estos años. Pero a la vez nos da mucho pendiente por la edad que tiene, pero tratamos de prepararlo para que todo vaya bien”, cuenta.
Por esa razón, a Miguel le gusta la fiesta y le gustaríaeguir los pasos de su padre. Él no quiere ser doctor, arquitecto ni ingeniero… a sus 10 años aspira a ser tan grande como el mejor dj del mundo: David Guetta. “Que sea lo que quiera, pero si me baja de calificaciones se termina todo esto”, sentencia Ximena García, su madre.
La fama que rodea a Miguel Dix es reconfortante porque en su escuela tiene su propio club de admiradores, llamado Los Amiguis, y muchas admiradoras lo aprecian, no solo por lo que hace sino por su apariencia: “Tengo un secreto que a nadie se lo voy a decir, aunque todos ya lo saben: ¡Miguel Dix me gusta mucho y toca muy bien!”, dice apenada Janeth, una de sus compañeras, mientras Miguel se rasca la cabeza, frunce el ceño y suelta: “Ya vas a empezar”.
(Milenio)