Ser llamado “el peor actor de su generación” por un director de renombre podría humillar a cualquiera, pero Matthew Lillard no se dejó intimidar.
Con casi tres décadas de carrera, el actor de Scream y Scooby-Doo se defendió frente a cientos de fans, demostrando que su talento y popularidad van mucho más allá de la opinión de Quentin Tarantino.
(milenio)