A 12 años del viernes 29 de marzo del 2002, un viernes santo, la promesa que Norma Ledezma hizo frente al cuerpo mutilado y vejado de su hija de 16 años, Paloma Escobar Ledezma, de encontrar a sus asesinos, sigue sin cumplirse, pero sigue buscando; indicó el lunes en rueda de prensa.
Se conmemora, pero no se celebra dijo, porque gobernadores y procuradores han desfilado uno tras otro, y nada ha cambiado, los casos siguen tan “fríos” para las autoridades como hace más de una década, lo que sí ha cambiado es que aumentan cada día junto con la impunidad de los asesinos, la inacción o colusión de las autoridades en turno, y la indolencia todavía latente, en buena parte de la sociedad.
En cambio dijo, ha visto desfilar a decenas de familias, dolientes y sufrientes, y siguen buscando o han encontrado, pero demasiado tarde gracias a esa impunidad, inacción e indolencia, los cuerpos maltrechos de sus hijas.
En esta ocasión, Ledezma criticó el papel de los jerarcas de la Iglesia en Chihuahua que han jugado un papel parece más bien, dijo, de colusión, de solapar a las autoridades y su ausencia de sensibilidad para estos casos, “ha permanecido – la Iglesia - apática y alejada a esta situación, se limitan a decir los líderes espirituales que tenemos que perdonar y que tenemos que olvidar porque es un mandato divino”.
“Es muy desafortunado… creo en Dios fielmente, no en una religión pero sí en Dios, y creo que nos dio las manos, los pies, la inteligencia para hacer lo que tengamos que hacer, el primer guerrero y defensor de la vida misma se llamó Jesús”, se les olvida a los patriarcas.
No hay mucho que celebrar dijo, son 12 años de injusticia, “12 años el desierto de Chihuahua se ha regado con la sangre de nuestras hijas, 12 años del silencio de tantas”, se dirigió a los homicidas y los que desaparecen a las mujeres, adolescentes y niñas, “son más que unos asesinos, unos criminales, son unas hienas, pero mayor es la responsabilidad de la autoridad que tenía que hacer justicia, y no la hizo”.