Humbe hace música para entender. Con 24 años, ha construido una carrera que no responde a fórmulas ni al ritmo de la industria, sino a las urgencias internas de quien se sabe en búsqueda constante. Sus álbumes son diarios íntimos, escritos con una voz que se atreve a ser frágil, contradictoria, profundamente humana.
Su música —una mezcla de pop confesional, atmósferas íntimas y producción quirúrgica— se ha ganado un lugar entre los oídos más atentos de la nueva generación latinoamericana. Pero más allá de los números, lo que distingue a Humbe es esa insistencia casi obstinada en hacer arte desde la vulnerabilidad, sin temor a mostrar grietas.
(milenio)