El presidente ruso Vladímir Putin logró un importante triunfo geopolítico al firmar con su homólogo Xi Jinping un acuerdo para construir el gasoducto Fuerza de Siberia-2, que conectará Rusia con China a través de Mongolia.
El memorando, considerado el mayor proyecto gasístico del mundo, permitirá enviar hasta 50 mil millones de metros cúbicos anuales durante los próximos 30 años, con pagos en rublos y yuanes.
El convenio representa un revés para Occidente y para el presidente estadounidense Donald Trump, quien ha intentado frenar las compras de crudo y gas ruso.
Aunque los precios se mantienen en secreto, expertos señalan que resultan más ventajosos para Pekín que para Europa, gracias a menores costos logísticos.
Con este acuerdo, Rusia refuerza su dependencia del mercado chino tras el desplome de exportaciones a Europa por la guerra en Ucrania.
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